lunes, 10 de abril de 2017

RITA, HIJA DE INÉS

Por Camilo Villatoro

Oh Toledano 
esquiva el foso de ranas
las cloacas de vapores malignos
la torpe boca del caimán polinesio ovillado en su cucha 
y trepa a la ventana nasal por la cuerdita de petróleo 
dejada crecer a razón de la lucidez que da el encierro
hacia la recámara dónde cuelgo la luna como único espejo 
Bienvenida su mercé al harén mancebo de mis hermanas 
huérfanas poliomielíticas salvadas de la indigencia
embajada milagrosa puesta en una esquina vista como la más miserable
para salvación del alma que se asome a sonar la aldaba  
mañanas de domingo, corbata y antiquísimos testamentos bajo el brazo
Toledano, ah,  templario para mi carne de monja afrodítica 
despoja la enagua epidérmica
acaricia el tatuaje lumbar [daguerrotipo iudaeorum churrigueresco]
hasta brotar la savia intercontinental pasto de asnos erizados
o eclosión micótica vedada al tacto cristiano
Toledano, por hoy seré tuya a pesar de los mandamientos,
rompe el candado que me niega tu estupro 
nada te importe de las leyes terrenas
abreva, amante lejano, de mi virginidad impenetrable 
charco bendito en tu boca forajida antílope sabanero 
humedad en el desierto posmoderno que nos separa cisne mío
príncipe entre todos los patos que buscan el norte en la dirección opuesta

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